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jueves, 9 de enero de 2014

Zuliano Eduardo Pérez fue el aliado del inmortal Greg Maddux



El ex-grandesliga zuliano Eduardo Pérez disfruta hoy el hecho de ser el aliado detrás del plato de dos nuevos miembros del Salón de la Fama: Greg Maddux y Tom Glavine. El de Ciudad Ojeda le cuenta al diario La Verdad el privilegio de lo que fue compartir gran parte de los éxitos de Maddux, siendo el receptor personal de la mejor etapa del serpentinero con los Bravos

Por Wilmer Reina / laverdad.com

Transcurría la temporada 1987-1988 del béisbol profesional venezolano, a sus 19 años Eduardo Pérez disfrutaba el hecho de ser prospecto de los Bravos de Atlanta y de ver desde las tribunas del estadio Luis Aparicio “El Grande” a uno de los lanzadores más eficientes de su equipo.

Pérez viajaba desde Ciudad Ojeda para disfrutar la posibilidad de ver como Greg Maddux era el as de las Águilas del Zulia, quien terminó como líder de la liga con 66 ponches, efectividad de 1.59, además de siete triunfos.

“En ese momento conocí a Greg Maddux, fue la primera vez que lo vi lanzar”, describe Pérez. “Desde que estaba en las gradas como fanático de las Águilas siempre soñé jugar al lado de ese tipo de lanzadores”.

En ese momento el citojense jamás se imaginó que durante los campos de entrenamiento de 1995, Bobby Cox, mánager de los Bravos, le daría la oportunidad de comenzar a trabajar con el “Profesor”, ni mucho menos “Eddie” pensó que durante su carrera estaría detrás del plato con más frecuencia que cualquier otro receptor cuando Maddux estaba en el montículo.

Pérez tuvo el mérito de recibirle 121 encuentros a Maddux, quien hoy junto a Tom Glavine -de quien fue receptor durante 22 encuentros-, forma parte de la nueva promoción del Salón de la Fama del béisbol de las Grandes Ligas.

Desde Atlanta, y vía telefónica, Pérez le cuenta a La Verdad el privilegio de lo que fue compartir gran parte de los éxitos de Maddux siendo el receptor personal de la mejor etapa del serpentinero con los Bravos. “Creo que lo única duda que había sobre él era si iba a entrar de manera unánime, estoy contento porque sé lo que eso significa para un pelotero. Imagínate el orgullo que siento al saber que fui parte de esos grandes números que Greg consiguió en su carrera”.

- ¿Quién era Maddux en las Grandes Ligas?

- Él era el jugador más inteligente del béisbol en su momento, no solo como lanzador, también como amigo, como compañero de equipo; aprendí mucho de él. Cuando Greg se montaba en la lomita nosotros sabíamos que teníamos la posibilidad de ganar. Él hacía todo, no solo lanzaba, sabía correr, iba a batear, todo lo que le pasaba cerca lo iba a coger. Hacía todo para que las cosas salieran bien, por eso yo trataba de esforzarme para ser aún mejor mi trabajo y poder responder a su exigencia”.

- ¿Recuerdas ese momento en que fuiste el receptor de Maddux por primera vez en tu carrera?

- Fue en un campo de entrenamiento en 1995 cuando le queché por primera vez, ya Charlie O'Brien me había dado un reporte de quien era Maddux como lanzador. Me dijo: "No te preocupes que vas a tener un trabajo muy fácil, deja que él lleve su juego". Y eso fue lo que hice. - Eras un novato en ese momento, ¿sentiste presión de hacer un buen trabajo?

- No, ya Pat Corrales (coach de Atlanta) me había dicho: "Este tipo es inteligente. Lo que él quiera hacer, que lo haga. Tu solo síguele el juego".

Todo indica que en ese momento hiciste bien las cosas, porque desde entonces fuiste el receptor del as de la rotación. ¿Quién tomó esa decisión?

- Bobby (Cox, mánager). Él fue quien tomó la decisión de colocarme a trabajar junto a Maddux. En Atlanta sabían que yo sabía llamar bien el juego. Bobby hizo que Javier (López, receptor titular) y yo trabajáramos más cómodos. Él (López) ya sabía cuándo iba a tener un día libre y yo cuando iba a trabajar con Greg. Eso facilitó la relación entre Maddux y yo, nos concentramos en nuestro trabajo, cuando no estábamos en el terreno nos sentábamos en el dugout a estudiar a los rivales y a hacer nuestro plan de juego.

- ¿Por qué se dieron bien las cosas con un lanzador de tanta calidad, sobre todo teniendo por delante un receptor de la categoría de Javier López?

- Nunca hubo problemas entre Maddux y Javier, la gente pensaba eso. Creo que yo me concentré más en trabajar junto a Greg y él se enfocó en lo que era yo como receptor. Siempre sabía lo que él quería para cualquier situación del juego.

¿Quién llamaba (hacer las señas de los lanzamientos) el juego?

- Al principio lo llamaba él, Maddux me daba la seña en el momento que preparaba su lanzamiento; yo le agarré rápido el ritmo. Así estuvimos dos meses hasta que le dije: "Oye, déjame llamar yo el juego a ver qué pasa". Ese día O'Brien estaba en el otro equipo y conocía las señas de Greg. Ese juego él me chequeó las señas (dijo que no) tres veces. A lo que terminó el juego le pregunté: "¿Cómo me viste? ¿Te gustó como llamé el juego?".

- ¿Qué respondió Maddux?

- Me dijo: "No fue muy bueno. Pero tú seguirás llamando los juegos”.

- Al ver a Maddux camino a Cooperstown, ¿te das cuenta del mérito de tu trabajo como receptor, lo has evaluado?

- Hace tres años fue cuando me di cuenta de todo lo que alcanzamos juntos. Fue un día en el que retiraron su número en el Turner Field. En ese momento mencionaron todos los registros de Maddux conmigo como receptor. Me di cuenta de la cantidad de juegos que trabajamos juntos. Eso me impactó porque realmente no había notado la importancia de sus registros mientras yo estuve detrás del plato. Jamás pensé que hoy todos iban a recordar mi trabajo, afortunadamente es el día que muchos dicen que fui el receptor personal de un miembro del Salón de la Fama.

- ¿Te agradeció alguna vez Maddux por tu contribución como uno de sus receptores predilectos?

- Sí lo hizo, en Atlanta, el día que se le retiró su número. Nosotros fuimos a cenar y me agradeció que yo hubiese estado trabajando junto a él durante todo ese tiempo. Me dijo que aprendió muchas cosas de mí. No sé si eso es cierto, pero fueron palabras a las que le di mucho valor. De todas maneras, no creo que hay cosas que agradecer, ambos hicimos lo que hicimos porque teníamos un objetivo en común, queríamos ganar y siempre nos esforzamos para eso.

- ¿Y qué tienes que agradecerle a Greg?

- Todos los días aprendí algo con él, cosas que todavía aplico como coach. Me enseñó a analizar las cosas, a determinar los distintos escenarios que se te pueden presentar en el juego y la vida.

- También fuiste receptor de Tom Glavine, fueron 22 encuentros los que le recibiste sus envíos, ambos fueron exitosos con Atlanta y ahora son “inmortales”, ¿cuán diferentes son como pitchers?

- Glavine y Maddux eran muy diferentes. Totalmente distintos. Tom no tenía mucha velocidad, se las arreglaba con el cambio y el supercambio. Como le decimos nosotros allá (en Venezuela), era un esquinero, era un lanzador muy difícil para trabajar, había que moverse por todo el home durante todo el juego, una y otra vez. En un turno uno tenía que estar de una esquina a la otra. Él ahora es mi vecino y siempre bromea con eso.



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