El equipo con mejor inicio en la 2013-2014 es hoy una sombra de aquella exitosa escuadra
Ignacio Serrano / El Emergente
¿En qué momento el equipo más caliente de la temporada se convirtió en esta escuadra al borde de la eliminación, a la que la vida se le escapa?
Los Tigres estaban entre los favoritos de la prensa especializada y causaron asombro cuando, dos semanas después de la inauguración, mantenían su invicto.
Un mes después, ya no estaba el timonel que les condujo a seis coronas en nueve años, el asombro se había convertido en sorpresa y últimamente en resignación.
Va a costar hacer un examen exacto de lo que ocurrió con Aragua esta vez.
La ahora urgente renovación, marcada por el bajo desempeño de las grandes figuras de la dinastía, será conducida por un alto mando que ya no tiene a Buddy Bailey como manager.
Ni siquiera el milagro de una improbable clasificación puede matizar la urgencia de revisar todo, luego de que los Víctor Moreno, los Francisco Buttó, los Yohán Pino, los Luis Maza, los Ramón Castro, emblemas del reinado que comenzó en 2002, no pudieran impedir este sufrimiento que va ya para dos campeonatos.
Es injusto cargarle la mano al grupo de veteranos. Es normal que el rendimiento bajara, una década después de iniciar ellos la construcción del acorazado aragüeño, y la principal responsabilidad este año estaba repartida entre los que han estado la mayor parte del tiempo y los que vienen pidiendo espacio.
La crisis de la 2013-2014 ocurrió por el derrumbe del pitcheo, y en las nuevas generaciones había varios lanzadores llamados a cumplir un papel protagónico.
Omar Poveda, el mejor abridor criollo esta zafra en triple A, fue menos que la sombra de eso. Eduardo Sánchez, que ha debido ser el cerrador, sufrió entre lesiones y batazos. Gumercindo González no estuvo en el nivel esterado. Juan Urbina no pasó de la paralela. Jorge Rondón también estuvo sometido por la irregularidad.
De entre todos esos tiradores que lucieron entre clase A avanzada y triple A, acaso Edgar Ibarra actuó aquí igual que en las menores.
A ello hay que unir el aporte casi nulo de la generación intermedia, conformada por Poveda, Sánchez, Yorman Bazardo, Wilfredo Ledezma y José Mijares. Que Moreno y Buttó acusen el paso del tiempo no es falta de lógica, es una ley de la vida.
Que quienes vienen detrás no hayan podido cubrir la merma, o peor aún, hayan tenido números más abultados que ellos, da pie para admitir que aquí hay un mar de fondo, que podría explicarse como una casualidad si no fuera porque es la continuación del fracaso de la 2012-2013, cuando la novena central quedó fuera de los playoffs, meses después de celebrar la conquista de su novena corona.
La efectividad colectiva de los bengalíes es 5.60, muy cerca de la peor de todos los tiempos en la LVBP.
Ella se sostiene en el decepcionante aporte de los criollos que estaban llamados a protagonizar, así como en esos dos meses que lleva todo el staff sobre 6.00 puntos (noviembre y diciembre) y una importación que prácticamente no ha ayudado, salvo excepciones puntualísimas, como Jason Lane y Frankliyn Germán, precisamente los últimos en llegar.
Los 13 monticulistas extranjeros tienen 5.87 de efectividad, mucho peor que el grupo de criollos, y con 1.59 de WHIP, una cifra inmanejable. ¿Por qué el cuerpo técnico no pudo corregir esta situación? ¿Qué le faltó hacer a la gerencia?
Por aquí deben empezar el análisis y la reconstrucción.
Margarita es el único club en la liga con menos anotadas, pero el lineup decembrino de los rayados, con Wilson Ramos, Ronny Cedeño y Oswaldo Arcia a la cabeza, llegó a poner a los Tigres de vuelta en el segundo lugar a mediados de mes, antes del último patinazo, causado por un pitcheo inerme.
Todas las dinastías llegan a su fin. La grandeza de sus arquitectos está en conseguir el modo de iniciar una nueva.