El zuliano Diego Eduardo Ruíz Cadenas, quien se fugaba de la Universidad del Zulia para jugar en red, cuenta cómo un entretenimiento -ahora llamado “deporte”, que no necesita adiestramiento físico, sino mental y habilidades motoras en las manos-, le ha resuelto la vida. Entendió que de ello puede vivir. De hecho, ya tiene visa de deportista en el país norteño.
Por: Marielys Zambrano / PANORAMA
Tiene 22 años y acaba de firmar un jugoso contrato internacional, pagado en miles de dólares, solo por jugar videogames para un equipo “profesional” en los Estados Unidos.
El zuliano Diego Eduardo Ruíz Cadenas, quien se fugaba de la Universidad del Zulia para jugar en red, cuenta cómo un entretenimiento -ahora llamado “deporte”, que no necesita adiestramiento físico, sino mental y habilidades motoras en las manos-, le ha resuelto la vida. Entendió que de ello puede vivir. De hecho, ya tiene visa de deportista en el país norteño.
“Te confieso que no es fácil alcanzar la categoría de profesional en el mundo para ganar cientos de dólares”, relata a PANORAMA el marabino y único venezolano que lo ha logrado.
Diego, conocido con el apodo “Quas” en los E-Sports o Electronic Sports (término usado para describir las competencias de videojuegos entre profesionales), jamás pensó que su hobby de conectarse en línea para pasar horas enteras tratando de ganar un partido, lo catapultaría como deportista electrónico.
El talento del marabino brillo entre los asiáticos y a los norteamericanos, unos 70 millones de usuarios que juegan activamente en línea y cuyas competiciones de E-Sports tienen sus raíces en países desarrollados, porque son los que tienen mejores plataformas para las PC. Hasta ahora, es Corea del Sur quien posee las organizaciones E-Sports mejor establecidas del mundo. Otorgan licencias a sus jugadores profesionales desde el año 2000. Pero, Venezuela está en pañales porque, entre otras cosas, hay fallas en su red de internet, aunado a cualquier inesperado corte de electricidad en pleno juego en línea, que no ayuda y garantizará una derrota inmediata.
“Estoy viviendo en California, Estados Unidos desde hace año y medio, bajo una visa P-1 para atletas, la cual es la misma que otorgan a los deportistas del fútbol, basquet, béisbol, entre otros. Soy jugador profesional para el equipo Curse. Las cifras ofrecidas en los contratos para firmar a un jugador pueden variar entre 30 mil dólares, a cientos de miles de dólares al año. Todo depende de los patrocinadores que el equipo posea y del éxito individual del jugador”, revela Diego, sin precisar en cuánto lo firmaron a él, aunque se sabe que su contrato es jugoso porque dentro de su equipo es el mejor.
De niño, el muchacho, quien ahora habla un inglés perfecto, y que estudió en medio de la copada matrícula del colegio San Vicente de Paúl, de Maracaibo, se confundía como un “nerd”, introvertido, sin popularidad, entre los mil 300 alumnos promedio al año que atendía el plantel.
“Empecé a jugar desde hace cinco o seis años en Maracaibo con el DOT A (Defense of the Ancients) el cual descubrí en el cyber café de mi mamá, en Sierra Maestra. Jamás pensé que eso llegaría a ser un deporte y una profesión para mí. Solo lo jugaba como una distracción, dedicando la mayoría de mi adolescencia a jugar. Eso le preocupaba a mi familia, mi mamá, mi hermana y mi tía”.
De ahí que, los reclamos en el pequeño apartamento donde vivían eran constantes. Su mamá pensaba que tanto tiempo dedicado al juego era tóxico, mucho más cuando no terminó su carrera universitaria por escaparse de las aulas para competir en la red.
Para nada agradó a su madre que al culminar su bachillerato, logrando un cupo en la Universidad del Zulia (LUZ), en la escuela de ingeniería mecánica, solo estudió par de semestres y abandonó.
“Estudiaba forzado por mi mamá. No terminé la carrera universitaria. Ella estuvo opuesta a que yo me escapara de clases para jugar. Pero yo entendí que podía ganar más dinero en los videogames que teniendo una carrera. Allí fue cuando comencé a escaparme de las clases mucho más. Mi mamá se dio cuenta y se molestó muchísimo. La entendí. Era una madre siendo madre”, dice.
La oportunidad de oro para Diego le llegó cuando fue invitado a irse a Estados Unidos para competir profesionalmente, luego de alcanzar un nivel muy alto en el juego. Iría contratado con un equipo amateur llamado NWE, los cuales intentaban clasificar a la liga profesional (LCS).
“Costó mucho para que ella entendiera que era una buena oportunidad lo que se me venía encima. Pero vio que el juego electrónico era una oportunidad de trabajo remunerado y que yo quería seguir en esa línea de trabajo. Le agradezco que puso su confianza en mí, aunque no estaba 100% de acuerdo con mi afición”.
El joven agrega: “Hay varios géneros de juegos, al igual que varias plataformas. Pero los más comunes son los juegos de computadora (PC). Yo juego League of Legends (profesionalmente), que es el juego más popular de PC”, cuenta.
Diego, luego de pasar varios meses en Norteamérica, fue contactado por el equipo profesional Curse para sustituir a uno de sus jugadores.
Sobre él, el director del equipo Curse, Steve Arhancet, dice: “Yo escuché su nombre, ‘Quas’, pero no lo conocía a él. Era conocido como un dios en estos juegos. Empecé a investigarlo. Vi uno de esos juegos y quedé muy impresionado porque el chico es bastante bueno. Después pregunté referencias sobre él, y todo el feedback fue bastante bueno. Allí fue cuando lo llamamos, hizo su juego y nos impresionó. Decidimos que sustituyera a uno de los jugadores”.
Firmaría con un equipo profesional. A sus compañeros del amateur les dolía su salida, pero entendían que era el sueño de todo jugador electrónico.
“La primera vez que jugué frente a una audiencia fue en el evento PAX 2013 con mi equipo NWE amateur. Ahí me di cuenta de la diferencia entre jugar en casa y jugar bajo presión frente a una audiencia. Todavía no he jugado en un estadio, ya que el evento más grande relacionado a League of Legends es el campeonato mundial, en el cual participan los mejores equipos de todas las regiones del mundo. Eso es una vez al año. Este año nuestro equipo estuvo muy cerca de clasificar para ir a representar a Norteamérica. Pero perdimos contra el equipo LMQ 3-2”.
El muchacho es un deportista consagrado en los Estados Unidos y paradójicamente, solo va al gimnasio tres veces por semana a ejercitarse y estar saludable. “Mis herramientas de trabajo son mi teclado y el mouse. Es necesario usar los periféricos a los que estás acostumbrado en tu casa a la hora de jugar en un evento, para poder hacerlo lo mejor posible y sin molestias”, recomienda.
Andrés Ynciarte, un zuliano que también adora los videogames, reconoce que alcanzar el estatus de “Quas” no es fácil.
“Ese muchacho llegó lejos. No es fácil que en un universo de 70 millones de personas jugando, te detecten como excelente jugador. Él tuvo la habilidad y la suerte de que lo encontraran entre el tumulto”.
Como reflexión final Diego sabe que hay cierta apatía de algunos sectores sobre su profesión, que apenas se cuela en los mercados mundiales con grandes patrocinantes, como la Samsung, Coca Cola, y otros, que ofertan millones de dólares para patrocinar equipos.
“Quisiera comentar que sé sobre el escepticismo que la mayoría de la gente tiene hacia los E-Sports. Quizás cuando lean este artículo probablemente algunos lo pudieran sentir. A ellos les quiero decir que la industria de los E-Sports está creciendo rápido, y en un futuro cercano estoy seguro que será considerado como un deporte legítimo a nivel mundial”.
Para cuando eso ocurra el marabino tendrá un amplio camino conquistado, instalado en Estados Unidos, extrañando a su familia en Venezuela. Pero ellos están felices que tenga una profesión que le ha generado bienestar, ganancias y un futuro prometedor.
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